jueves, 20 de octubre de 2011

LO COMPLICADO DE PROHIBIR

Nunca he sido partidario del termino "prohibir", aunque tampoco a la expresión "prohibido prohibir", ya que por sí sola es una incongruencia. Lo que me planteo es dónde se encuentran los límites de la permisividad.
Los vínculos entre musulmanes de la zona árabe-parlante y los occidentales del viejo continente son múltiples, sobre todo, con el sur de Europa y, por consiguiente, con España. Sin embargo, esos vínculos pueden resultar, a veces, abstractos, otras veces, ambiguos, y otras, simplemente ser ignorados. Respectivamente equivaldría a aspectos fisiológicos como tez y cabellos oscuros; a aspectos territoriales en lo que estarían el Sáhara Occidental, Ceuta, Melilla e incluso Perejil; aspectos culturales como los bancales agrícolas o muchos términos de nuestra lengua, entre otros. No obstante, estas conexiones que parecen más que relevantes, se caracterizan por pender siempre de un hilo y, aunque en muchos casos las relaciones sean prósperas y fructíferas, hay una tensión constante entre los ejes España-Marruecos que, por extensión aunque con matices, se convierten en el eje Occidente-Oriente.
Ante esos frágiles vínculos no creo que sea una buena opción la del burka, el niqab o cualquier otra cosa que dificulte las relaciones entre ambos puntos. Ya existen unas barreras religiosas, sociológicas y lingüísticas que complican mucho la convivencia. Si además de ello, se interpone en un tercio de las personas de religión musulmana que aquí viven, otra barrera más. Por ello, me planteo cómo vamos a lograr una mayor cohesión social. Físicamente, esta indumentaria musulmana, no es un muro de gran grosor, en cambio, simbólicamente, supone una muralla difícil de sobrepasar entre Oriente y Occidente.
Gracias a los estudios de Albert Mehrabian que constatan que en la comunicación entre personas, sólo un 7% del mensaje procede de las palabras y el resto de la voz y del lenguaje corporal, dudo seriamente que podamos construir nuevos puentes y asentar los ya existentes, si no podemos llegar a ver ni siquiera los ojos, ni los labios, ni la expresión de algunas mujeres.

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