Si nos aferramos a los parámetros de la legalidad vigente en el estado español, podemos decir que el bloqueo de la sesión del parlament de Catalunya el día 15 de junio es ilegal. Si además de ello, seguimos los cánones marcados por la actual democracia, podríamos encontrar diversos argumentos en contra de este acto. Pero sin duda, uno de los logros más evidentes del movimiento 15-M es que se ha puesto de manifiesto la eficacia y la licitud de los cimientos sociales, políticos y ecónómicos de este sistema demócratico.
Tras un largo período de letargo social donde se vivía adormecido por las comodidades que el estado del bienestar nos ofrecía, empezaron a salirle brechas al sistema financiero. No es casualidad que tras cuatro años de descontento la gente empezara a salir a la calle un 15 de mayo. La fecha podría haber variado pero no las formas. El movimiento de indignados ha sido la confluencia del malestar de diversas capas sociales. Cierto es que en España veníamos de una dictadura de cuarenta años, y por poco que nos hubieran dado, nos habríamos conformado. De hecho ha sido lo que ha pasado.
Como ya he dicho, puede que el mayor éxito hasta el momento de este movimiento haya sido poner en duda las bases de esta democracia. Término que, hoy en día, tiene poco que ver con su etimología (gobierno o poder del pueblo). Con este panorama vemos como otras formas de hacer política, de legislar o de funcionamiento social son posibles. La sociedad parece darse cuenta de que no porque algo esté fundamentado en estatutos o instituciones gubernamentales deba ser lo correcto. Siempre pueden surgir brechas o incogruencias por muy asentadas que estén las bases de un sistema. De hecho es lo lógico en una sociedad, que es un ente dinámico en continuo cambio y no estático como ha parecido en los últimos años, donde ha sido todo justificado con términos tales como el estado del bienestar, democracia o constitución española, entre otros. Otro de estos términos sagrados es el de las elecciones democráticas. Por desgracia, aún son muchos los que piensan que si no votas no te puedes quejar de nada. En este sentido, si parece haber mejorado la sociedad. Ya no son tantos los que entienden que hacer un sólo ejercicio participativo en esta democracia cada cuatro años, para que luego tu voto se reparta entre unos cuantos políticos que tengan otorgada la potestad de hacer lo que les plazca, sea suficiente.
Esta claro que no todos los cambios siempre serán buenos, pero esta reactivación del tejido social y de las bases democráticas tendrán algo de dinamismo implícito, y eso sí que es positivo. El 15-M no habrá conseguido logros sustantivos en cuanto a leyes y demás, pero sin embargo sí que le ha aportado movimiento a la sociedad para, al menos, plantearse cuestiones fundamentales y dudas de la sociedad. Esto siempre tendrá algo positivo, por lo menos en cuanto al dinamismo mencionado se refiere.
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